Unidad 1. Abordar los problemas de las mujeres
Con estos relatos he querido abrir el discurso que hace que el lector se enfrente a los tabúes relacionados con el envejecimiento, he querido abrir los temas como la debilidad, la enfermedad, el miedo a morir, la pérdida de la dignidad.... Este libro habla de estar perdido e inseguro en situaciones de la vida cotidiana que solían ser situaciones rutinarias. El libro se fue desarrollando poco a poco, con la conciencia de mi propio envejecimiento, sobre todo después de la muerte de mis padres, cuando empecé a escuchar voces a mi alrededor, voces de personas mayores que no había oído antes. Todo está escrito en forma de historias, desde la irreversibilidad del proceso de hacerse invisible, el sentimiento de culpa respecto a los padres y las historias que no son mías, pero que me impresionaron mucho.
Algunos podrían argumentar que no solo la literatura, sino también el campo de la educación de adultos, se han ocupado de las cuestiones de género durante mucho tiempo. Durante décadas se ha estudiado la participación de las mujeres en la educación de adultos, así como su no participación. Se han examinado las preferencias de los estilos de aprendizaje de las mujeres. Se han analizado los diferentes roles sociales, desde el papel de madre y esposa hasta sus funciones profesionales. Sus responsabilidades han estado en el punto de mira, así como las consecuencias que los cambios en los roles de las mujeres han tenido han tenido en las identidades femeninas. Pero las identidades de las mujeres rara vez se han examinado como tales, como si fueran suyas, solo suyas y no en relación con los hombres y con sus reacciones en los mismos contextos, aunque, como hemos visto antes, las mujeres mayores deben saber quiénes son y deben ser conscientes de que pueden crecer y pueden llegar a ser quienes sientan que puedan llegar a ser. Sin embargo, los estudios sobre las mujeres mayores y el capital de género que aportan a la educación de adultos rara vez se han explorado y tenido en cuenta al programar los contenidos de un programa educativo. Además, las mujeres mayores no requieren abiertamente ser más visibles. Se adaptan a ellas mismas. Cómo superar este estado, cómo luchar por la igualdad de género, cómo hacer que las mujeres mayores sean conscientes de quiénes son se impone como una tarea básica en la programación de programas educativos para mujeres mayores.
Si nos centramos en las situaciones de las mujeres, descubriremos que se describen en relación con las situaciones de los hombres. Y también descubrirás que las mujeres están ausentes de los datos. Se puede deducir que los análisis, las teorías, los estudios de investigación o las prácticas solo se refieren a la mitad de la población. Para ilustrar este punto Frederick Gros, un filósofo francés, autor del exitoso libro Philosophy of walking (en español, Filosofía del caminar), sostiene que caminar lleva a pensar y que muchos grandes pensadores de la historia describieron su caminar como un proceso de pensamiento (Gros, 2000). No menciona a ninguna mujer y el lector se pregunta, con razón, si las mujeres no son pensadoras, ya que no figuran en la lista de los que caminan y piensan. Las mujeres y los hombres estarían más igualados, si hubiera datos relativos a ambos.
Quienes están involucrados en la educación de las personas mayores han repetido una y otra vez que los grupos de personas mayores son heterogéneos, debido a sus dispares experiencias vitales y marcos de referencia, olvidando, sin embargo, subrayar que la heterogeneidad de las personas mayores se debe también a su género. Si los datos relativos a las personas mayores en general no son importantes para los estudios estadísticos, los datos de las mujeres mayores parecen ser aún menos importantes. En el estudio PIAC, por ejemplo, los Estados miembros no se ocuparon de las personas mayores de 65 años, con la excepción de Alemania, que elaboró un estudio adicional sobre las personas mayores de 65 años y sus necesidades. Si las personas mayores están ausentes de los datos, las mujeres mayores lo están aún más.
Hay un buen número de enfoque sobre cuestiones relacionadas con la mujer en la investigación y la educación. El más común es el enfoque de oposición, basado en las distinciones biológicas de sexo entre hombres y mujeres. Las diferencias entre hombres y mujeres se presentan a menudo de forma dicotómica como mujeres opuestas a los hombres y viceversa. Las mujeres son frágiles e indefensas, y los hombres son fuertes. La tipificación de los géneros empieza pronto con el convencimiento de que los niños no deben mostrar emociones y que las niñas deben comportarse correctamente.
Este enfoque opuesto ha sido profundizado por las diferentes religiones que han analizado y separado el papel de la mujer y del hombre. Las mujeres y los hombres han tenido papeles económicos diferentes en el ámbito de la producción, la reproducción y el consumo. Las mujeres están sometidas a los hombres en lo político, en lo económico, en lo pedagógico y en prácticamente todas las formas en que la sociedad refleja su poder, poder que, con pocas o ninguna excepción, está depositado en los hombres. Kant, por ejemplo, se refiere, en la Metafísica de la Moral, a “la superioridad natural del marido sobre la mujer en su capacidad para promover el interés común del hogar” y menciona la falta de aptitud de todas las mujeres para votar. (Mosser, Kant y el feminismo por Kurt Mosser, Dayton/Ohio)
Dado que los hombres y las mujeres no son iguales, se definen por muchas masculinidades y feminidades que deben ser reconocidas en la educación de adultos mayores. Las mujeres y los hombres deberían ser tratados por igual. Pero, ¿es realmente así? Las diferencias de género Las diferencias de género se construyen, se de-construyen, la identidad de hombres y mujeres se forma de manera diferente. El género no es estable. Por el contrario, es más bien dinámico y depende de los contextos sociales, políticos, culturales históricos, del tiempo y del espacio. Muchos investigadores como Hugo, 1990, Lewis, 1988, Stalker, 2005 se remiten a Belenky et al. (1986) argumentando que las mujeres son únicas, pero están ausentes de los estudios de investigación, y que se les debe prestar atención. Otras investigaciones sostienen que las mujeres y los hombres son categorías complejas y diversas. El enfoque dicotómico funciona de forma diferente en los distintos contextos. En los contextos patriarcales, existe una definición de los valores, capacidades y acciones de los hombres y de los valores, capacidades y acciones de las mujeres como deficientes, en relación con los hombres. En consecuencia, se necesitan las historias, las experiencias y los conocimientos de todas las mujeres para lograr su auténtico empoderamiento.