Dimitrana Ivanova, nacida Petrova, era hija de un artesano y comerciante y de la hija de un sacerdote. Nació en Rousse, una gran ciudad búlgara de la época, y se graduó en el instituto femenino de la ciudad. Se casó con Doncho Ivanov en 1914, convirtiéndose así en Dimitrana Ivanova.
Como en aquella época el bachillerato femenino tenía un curso menos que el masculino, esto serviría de pretexto para negar a las mujeres el acceso a la enseñanza superior en la Universidad búlgara de Sofía, por lo que Dimitrana no tuvo más remedio que matricularse en una universidad extranjera, concretamente en la de Zúrich (Suiza), donde recibió clases de pedagogía y filosofía. Debido a varias tragedias familiares y a la bancarrota de su familia, tuvo que volver a casa antes de su examen final y no pudo regresar para realizarlo, por lo que no se graduó. Se vio obligada a buscar empleo y se convirtió en profesora, aprobando todos los exámenes legalmente exigidos para ello.
Como maestra, la carrera de Dimitrana se vio a menudo afectada por varias leyes discriminatorias (a las mujeres casadas no se les permitía trabajar; más tarde se les permitió trabajar después del matrimonio, pero tenían que aceptar un salario reducido; las maestras tenían que jubilarse a los 40 años y su número en un determinado distrito no podía superar el de los maestros). Por ello, se involucró en las protestas contra la discriminación de las mujeres en nombre de la Unión de Mujeres. Además, empezó a colaborar con los periódicos y a participar en varias actividades culturales públicas, apoyando las ideas de la igualdad de género y el derecho al voto de las mujeres. A menudo fue criticada, se rieron de ella y la intimidaron por sus convicciones y acciones, pero nunca se echó atrás.
En 1921 presentó una solicitud para matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sofía, pero fue rechazada por motivos discriminatorios y sin que se reconocieran sus estudios en el extranjero ni las competencias que había demostrado como profesora al presentarse a numerosos exámenes. Tras alegar su caso ante el Ministerio de Educación y luego ante el Tribunal Administrativo, finalmente obtuvo el derecho a inscribirse en la Universidad con la condición de volver a realizar los exámenes finales de bachillerato. A pesar de este intento de humillación, se presentó al examen en el mismo instituto en el que había estado enseñando durante más de una década y finalmente ingresó en la universidad. Se graduó en la Universidad de Sofía en 1927, con una determinación aún mayor para luchar contra la discriminación y la injusticia. En 1926 se convirtió en la presidenta de la Unión de Mujeres, cargo que mantuvo durante 18 años y en el que luchó por los derechos de las mujeres a la educación, el trabajo y el voto.
En los años posteriores a 1944, Dimitrana Ivanova volvió a sufrir agravios, esta vez de la mano del régimen comunista, siendo encarcelada bajo acusaciones no probadas y sin juicio, inhabilitada para el ejercicio de la abogacía, despojada de su licencia de periodista, por lo que su carrera pública terminó, pero nunca dejó de enviar cartas y hacer todo lo posible por defenderse a sí misma y a los derechos de las mujeres.
La historia de la vida de Dimitrana Ivanova es la prueba de que la igualdad de género que hemos alcanzado en Europa hoy en día nunca habría sido posible sin los esfuerzos de mujeres valientes e implacables de todas partes.